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El impacto de las apuestas deportivas en la juventud estadounidense

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Cuando Ethan perdió US$ 11.000 en un solo partido de hockey el pasado marzo, fue la gota que colmó el vaso. Este joven de 27 años, que prefirió mantener su apellido en reserva, apostó “el spread” en un partido entre los Hurricanes y los Flames. Aunque los Hurricanes ganaron, no cumplieron con la diferencia necesaria, lo que resultó en la pérdida de su apuesta.

Lo que comenzó como una actividad recreativa en la universidad se transformó en un hábito que persistió durante años. Estudios recientes indican que el caso de Ethan no es único: uno de cada cuatro hombres menores de 30 años participa en apuestas deportivas en línea, y el 10 % de estos enfrenta problemas con el juego, en contraste con solo el 3 % de la población en general.

Vulnerabilidad de los jóvenes ante las apuestas

El Dr. Timothy Fong, catedrático en psiquiatría de UCLA, indica que la juventud es especialmente susceptible porque sus lóbulos frontales todavía no tienen la capacidad para manejar la impulsividad ni para valorar correctamente los riesgos. Investigaciones revelan que mientras más pronto se comienza a apostar, más alta es la probabilidad de desarrollar un trastorno de juego en la adultez.

Ethan ejemplifica este patrón: durante su tiempo en la universidad apostaba en sitios ilegales, y tras la legalización de las apuestas deportivas en la mayoría de los estados, su adicción se intensificó rápidamente. Incluso llegó a dejar su trabajo estable para dedicarse a las apuestas a tiempo completo, viviendo un ciclo de ganancias y pérdidas acompañado de alta ansiedad.

La transformación de la industria de apuestas deportivas

Hace veinte años, las apuestas eran principalmente vinculadas a los casinos presenciales. Actualmente, las apps de apuestas deportivas han extendido este ámbito, logrando ingresos de US$ 13.700 millones en 2024, lo que representa un incremento del 25 % en apenas un año. Plataformas como FanDuel y DraftKings tienen millones de usuarios, y la promoción de apuestas deportivas se ha incorporado a los espectáculos deportivos en directo.

El desplazamiento hacia el uso de aplicaciones ha captado la atención de una audiencia más joven. Información de sondeos indica que los varones menores de 45 años son los más participativos, en busca de beneficios inmediatos frente a restricciones financieras, como sueldos reducidos o préstamos estudiantiles.

Presión social y riesgo de adicción

Historias como la de Kevin Vo, de 25 años, muestran cómo la presión social amplifica la participación en apuestas. La interacción en redes sociales, chats grupales y la exposición constante a “influencers” de apuestas puede inducir un comportamiento de alto riesgo, incluso en deportes desconocidos para los apostadores.

La esencia de las apuestas, particularmente los parlays de alto riesgo, provoca un ciclo de subidas y bajadas complejo de gestionar, resultando en ansiedad y pérdidas económicas importantes.

Acciones preventivas y de autoexclusión

Las plataformas de apuestas implementan herramientas de juego responsable, como límites de depósito, alertas de actividad sospechosa y programas de autoexclusión. Ethan, por ejemplo, decidió autoexcluirse para evitar reiniciar sesión en las aplicaciones, una medida cada vez más utilizada por jóvenes con problemas de juego.

Según datos de Pensilvania, la proporción de jóvenes entre 21 y 34 años que optan por autoexcluirse pasó del 6 % en 2015 al 28 % una década después, reflejando un cambio demográfico relevante.

Un fenómeno que continúa expandiéndose

A pesar de las medidas preventivas, la publicidad constante y la percepción de que las apuestas pueden generar ingresos adicionales siguen atrayendo a nuevos apostadores jóvenes. La combinación de factores tecnológicos, sociales y económicos convierte a las apuestas deportivas en un riesgo significativo para una generación que aún no ha desarrollado plenamente la capacidad de gestionar la impulsividad y el riesgo financiero.

Por Edward M. Fleming